Día de asueto: ruta motera, fútbol, piscina, comida

Viernes 22 de Mayo, GCOC Summer Day.

Desde hace un par de años, siendo este el tercero, celebramos con la llegada del verano el GCOC Summer Day, día de playa-deporte-comida del grupo de Comunicaciones Ópticas y Cuánticas de la UPV. Generosamente nuestro líder espiritual :) nos acoge en su apartamento de la playa, donde podemos practicar tenis, fútbol en campo de césped, piscina y playa, además de levantamiento de vaso en barra fija.

Este año el día salió nublado, si bien no amenazaba lluvia. Los que tenemos moto, que no es igual a ser moteros pues eso es categoría superior, planeamos una escapada aprovechando la mañana. De los tres finalmente fuimos dos. Saliendo del nuevo puente sobre la Ciudad de las Artes y las Ciencias, nos dirigimos por la carretera del Saler hacia el Perelló, dejándolo atrás, atravesando el Mareny Blau y el de Barraquetes, hasta Cullera por la carretera del Faro. Quiero destacar la brisa y la vista en dos puntos de esta pequeña ruta: la carretera que atraviesa la dehesa del Saler, con el fuerte olor a pino y a la albufera, y las curvas en subida, bajada a la vuelta, tras el faro de Cullera, donde se ve el mar desde arriba del acantilado a la ida, y toda la línea de costa con las olas entrando en la playa de vuelta, con un fuerte olor a mar salada, más húmedo si cabe por estar el cielo cubierto. Imágenes, olores y sensaciones grabados para siempre, con el placer del viento en la cara y la libertad que experimento al conducir en moto.

Al llegar al apartamento el grupo estaba enzarzado en un disputado partido de fútbol, al que nos unimos rápidamente, tras aparcar con mimo nuestras máquinas a resguardo de una posible lluvia. Disfrutamos en la medida que nos permite nuestro modesto, más bien pobre, fútbol, marcando incluso algún gol quizás irrepetible por más veces que juguemos de nuevo, pase alto desde medio recibido de espaldas a la portería, control con el pecho elevando el balón, y media vuelta con la izquierda para marcar raso por el palo izquierdo del portero. Toda una pericia siendo que mis piernas sirven poco más que para sostenerme de pie.

Una media hora de fútbol es suficiente para sudar y tener excusa para tirarse a la piscina, a pesar de las nubes y la brisa fresca. Ducha fría, al agua, nadar un poco, fingir de cara a los indecisos diciendo que el agua está buena, y salir al poco que entren ellos para no pillar un constipado. Grata experiencia, pues cuando uno va con la idea de bañarse y se tuerce el tiempo, parece una derrota no meterse en el agua, así que no pudo más el frío que mis ganas de chapotear, no lo llamaré nadar esta vez.

Secos y cambiados ya en el apartamento los cerca de veinte que allí estábamos nos tomamos unas bebidas, no espirituosas en mi caso por ir en burra, y un pequeño aperitivo, ciertamente no salvaje como se prometió, pero excelente en todo caso después de una mañana tan llena de actividad.

De ahí nos fuimos al restaurante Blayet, donde teníamos una mesa para 25 personas, y es que en el grupo, contando de cabeza quién faltaba con la certeza de olvidar a alguien, ya somos más de 30 personas, entre permanentes, post-doc, y estudiantes de doctorado. Destacar las tres tapas que pedimos, pues para mí fueron excelentes. Clochinas al vapor, quizás poco hechas, pero sabrosísimas, mojama con pimientos al horno deliciosos, y fina puntilla rebozada. El arroz a banda como el año anterior deja que desear para mi gusto, no muy sabroso y en exceso meloso.

Pronto tras comer de vuelta a las obligaciones un rato por Valencia, y a casa con mi pequeño tesoro que me tiene prendado.

Gran día sí señor, para recordar y tratar de repetir.