Hoy he tenido la curiosidad de leer los dos programas electorales de dos candidaturas que se presentan a la dirección del ente público en el que trabajo. Personalmente las palabras "programa", "electoral" y "candidatura" me producen urticaria cuando las veo por separado, y juntas una cantidad ingente de diarrea.
Siempre, y lo he dicho quizás ya en otros posts de este blog, me saben a vacío candidatos a lo que sea que se presentan con una abundante lista de cosas que hay que hacer, donde no falta nada, de la A a la Z, para que todo el mundo se sienta representado y contento, con el único objetivo de alcanzar el "poder", entre comillas porque en algunos casos es una mierda de poder. A la mayoría nos engañan casi todas las veces, pero lo siento, en mi caso, y creo que en otros muchos, ya no. Y es que decir que se va a hacer todo todo, sin decir nada de nada de cómo, cuándo y a costa de qué, hecha tufo a satánico canto de sirenas, para cautivar tu alma, y quemarla sin siquiera un poquito de incienso.
Hoy sin embargo he podido leer, como dije al principio, dos programas. Uno de ellos me produjo la misma sensación nauseabunda que ver a zetapeses, rajoyes, llamazares (¿eses?), pujoles, campses, etc., como vulgarmente diríamos: mucho prometer prometer, hasta meter, y tras haber metido, nada de lo prometido. Y no siempre porque se mienta, sino porque es IMPOSIBLE contentar a todo el mundo y hacer todo todito todo para que todas las personas individuales de un colectivo se sientan contentas, y es que además, no es este el objetivo que en mi opinión (estamos en mi blog ¿eh?) se debiera perseguir, y menos en un ente que funciona con fondos públicos.
Yo soy novato (sólo 8 años aquí), pero he podido distinguir leyendo el segundo programa, una propuesta seria, razonada, apoyada allá donde fue necesario en números y criterios objetivos, y no en el maldito "panem et circenses" que creo fue lo único que nos quedó de los romanos, además del siempre mencionado derecho.
Esto se produce en un ínfimo reducto de "poder" de los infinitos que creamos como humanos en el mundo, por avaricia, egoísmo y propio provecho en la mayoría de los casos, más que por servidumbre, altruismo y provecho común. Si empezáramos con un poco de autocrítica, en estos pequeños reductos, buscando crear y construir, en vez de agotar hasta la esterilidad las ubres de todo lo que tocamos, buscando ganar dejando ganar ...
Quizás entonces, ya no seríamos humanos.
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