Hoy estoy en Bruselas, y escribo esto a media noche, tras un día de mamoneo con objeto de conseguir fondos para un proyecto de investigación. Han sido algunos nervios y medias decepciones lo que me llevó a hacer lo que he hecho hoy.
Y es que tras messenjear un rato con mi gente, he salido a cenar. Me he sentado solo en el restaurante "Ma Folle de Soeur" (no sé qué quiere decir, pero suena un poco raro, tipo "me tiro a mi hermana", aunque buscando en el diccionario "folle" es "lunático" y "soeur" es "hermana") y entonces ha venido ella.
Es cierto que yo se lo pedí, le pedí que viniese, le pedí que cenase conmigo, porque no quería cenar solo. Me sorprendió el color de su piel, tostado como al sol de la Costa Blanca, pero su cabello rubio casi albino. Me miró, la miré y la tomé de la manó, acercándola despacio hasta que rozó mis labios suavemente, dejando un dulce sabor que todavía recuerdo cuando cierro los ojos.
No cruzamos palabra durante el resto de la cena, sólo miradas y más de sus besos, hasta que finalmente se levantó de la mesa y se fue.
Nunca te olvidaré.
N.A. La cerveza Leffe que me besó en los labios esta noche inspiró este corto relato.
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