A mi mujer no le gusta, pero a mí sí. La serie protagonizada y producida por David Duchovny (más conocido como "Mulder" en expediente X, o "Milder" de "Milder y Sculi" en Cruz y Raya), de título "Californication", en la que encarna a un escritor con ex-pareja e hija adolescente, trasladado a California desde New York para llevar su libro a la gran pantalla, ha captado mi atención, y soy fan.
Si alguien ha visto algún capítulo, y me conoce, ciertamente pensará que soy un romántico. Y es que me identifico con el personaje de Duchovny, "Hank Moody". Es algo que he discutido con mi pareja muchas veces antes de que esta serie naciese, de hecho una parte de la trama sigue al pie de la letra pasadas reflexiones en voz alta mías, o quizás es que es un pensamiento común en tantos hombres con una saludable relación sentimental estable: si algún día se rompe el amor de mi vida (no lo va a hacer), pienso tirarme todo ser humano femenino que se ponga al alcance.
Algo hace chispas aquí, pensaréis, porque al principio del párrafo anterior Pascual ha escrito "romántico" y a lo largo del mismo deja patente sus instintos más "bajos" (nota mental estilo Hommer: buscar por qué se dice bajos, ya que nunca pense en tirarme a nadie con los pies -y probablemente se hace-, ¿debería ser medios?). En fin, romántico porque Moody, a lo largo de los 10 capítulos de la primera temporada que he podido ver, está enamorado de su ex-pareja (ella le dejó a él debido a ... ved la serie ... y fue culpa de ... ved la serie) y profesa un gran amor por su hija sobre todas las cosas, ambos aspectos diametralmente opuestos a lo que se podría pensar viendo la vida amatoria (sinónimo de amoroso según la RAE, ¿por qué me suena a menos amor?) a la que se somete, somete y es sometido.
Moody está hundido desde su separación, no es capaz de poner unas cuantas palabras seguidas, no escribe, pues su inspiración y fuerza mana de una paz interior que no tiene desde la ruptura con su pareja: sólo bebe y folla, a partes iguales, y casi siempre está borracho. Es cuando le sucede algo en la vida cuando vuelve a escribir, aun ni siquiera nada relacionado con el suceso motivador, pero saca de su interior la historia que, estando siempre ahí, no fue capaz de plasmar.
Hace tiempo (años) que no escribo nada original, lo mío eran algún que otro relato corto (los que me conocen sabrán en qué revista en papel buscarlos) y de muy muy aficionado. ¿Dónde está la motivación? Sigo buscando.
miércoles, noviembre 12, 2008
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