Escribo este post desde mi sofá de siempre, convenientemente situado en nuestro piso nuevo. Mi mujer y yo, con ayuda de amigos y familia, nos hemos cambiado de piso.
La mudanza ha llevado un par de meses, con el grueso ayer día 8 de Diciembre, la Inmaculada. Empezamos a las 8.00 a.m. a bajar (a pie) cosas del tercero sin ascensor. A las 9.30 h. vino el camión y los amigos, y nos hicimos los viajes más pesados, sobre todo el sofá tres plazas de 220 cm, lo que costó "el hideputa", tres tíos debajo de él durante unos 20 minutos, para bajarlo girando, elevando, bajando, empujando, volviendo a subir, de manera precisa y con voces colombianas de ánimo: "eeeso", "suave", en fin ...
En el piso nuevo todo fue más fácil, exceptuando el hideputa, todo lo demás fue colocado meticulosamente en el ascensor, ese gran invento de la humanidad. Así, a las 12.30 h. le dimos la vuelta a la tortilla, esta vez el susodicho debajo y los tres encima junto con la familia en el otro sofá y sillas, alrededor de la mesa de centro tomando bocatas con frutos secos y olivas, abundante cerveza, y cafés con el señor Terry.
La tarde fue más tranquila, ya de montaje de muebles que vinieron despiezados, y finalmente el descanso de los campeones, a las 21.30 h. en la cama y dormidos.
Cómo dirían ellos, ¡gracias hermanos!
P.D. Y como siempre, en nuestro amado diccionario de la RAE:
hideputa.
(De hi, hijo, de, y puta).
1. com. desus. Hijo de puta. Era u. t. en sent. ponderativo.
domingo, diciembre 09, 2007
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