miércoles, octubre 30, 2013

Derecho a decidir

Tengo 38 años, soy padre de familia, ciudadano e ingeniero. Desde que tengo uso de razón, los temas supuestamente importantes, supuestamente porque son los que aparecen en los medios, y recurrentes, porque vuelven como el ajo, son los siguientes: partidos políticos, el País Vasco, Catalunya, la Liga, fiestas y saraos varios que no nos podemos permitir, y las obras faraónicas. En términos informativos, y en otros muchos, apareció la prima de riesgo con la crisis y puso las noticias en su sitio, en lo que importa, que tengamos para vivir. En fin, cada uno de ellos merecería un blog aparte, y como tengo quehaceres más satisfactorios, voy a ser humilde y me voy a centrar en uno. Aunque mucho de lo que diga puede aplicar a todos ellos, cambiando el sujeto adecuadamente.
 
Pido disculpas por adelantado, pero siempre me he sentido fascinado por Pérez Reverte, así que diré que estoy hasta los cojones de la cuestión catalana, que no de los catalanes, es diferente. Mi visión muy personal del asunto, que bien puede estar equivocada, es la siguiente: la cuestión catalana es un hijo que por sus bondades en muchas cosas, se le consienten estas y otras tantas más, hasta el punto que a uno le entran ganas de que se case, se vaya de casa, y de que si viene a comer mejor sea sólo en Navidad, en lugar de todas las semanas. Yo lo resumiría en dos palabras: cansancio profundo. Hasta los huevos de tanta monserga, si lo queremos poner un poco más largo.

Los que me conocéis sabéis que soy una persona bastante sensata, he tenido mis extremos y ofuscaciones como cualquier joven con inquietudes, pero qué os voy a contar, el paso del tiempo de la a uno una visión moderada de cómo son las cosas, ni blanco ni negro, sino gris. Claro, gris, dentro de un marco, pues uno no vive solo ni aislado, salvo ermitaños y aborígenes, cada vez menos, y toda persona que vive en sociedad está sujeta a unas reglas, que le pueden gustar más o menos, pero son las que hay, con los mecanismos que existen para cambiarlas si a uno no le gustan, y en caso extremo adiós muy buenas, es decir, vete a Alemania Pepe.

Está muy claro que me estoy refiriendo al derecho a decidir que está tan de moda en los últimos días. Yo creo que hay que votar, hay que votar porque es verdad que tenemos un problema: la necesidad de expresarnos sobre la cuestión catalana. Y yo, valenciano y afincado en Valencia, también quiero votar. Gracias a UPyD el congreso dice que si votamos, votemos todos. A mí me parece razonable. Si algún independentista catalán está leyendo esto me estará poniendo a caer de un burro (un ruquet), ahora bien querido, por ahora, compatriota, sigue leyendo y dime qué opinas dentro de unos párrafos más.

Algunos os sorprenderéis de lo que voy a escribir: quiero votar, y quiero votar que sí a la independencia de Catalunya (Ibarretxe, si me hubieras preguntado a mí ...). Ahora bien, quiero que le pongamos letra pequeña, no muy largo, pero sí muy claro: sí, con la condición de que, obtenida la independencia si esta ha lugar, desde ese día en adelante, sepa sobre cómo se levantan, sienten, acuestan, y piensan los catalanes, lo mismo que de los albaneses, es decir, cero coma cero. Resumiendo, sí a la independencia, pero no me toquéis más los (a ver ya he usado cojones, y huevos, cataplines es un poco afeminado, a ver, a ver, ... ) ¡las pelotas!

Con esto, me voy a recoger a mi familia que está en un cumpleaños. Y lo dicho, cambiad cuestión catalana por cualquier otra de las cosas del primer párrafo, y esta entrada de blog es la entrada universal :)